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Con el Corazón en la Tierra (Intimidad Emocional)

Cuando se tiene conciencia de algo y el carácter para tomar decisiones firmes, es común escuchar decir “tengo bien puestos los pies sobre la tierra”. Esta frase, aparte de denotar convicción, trae consigo resolución.

Ciclos de tiempo, metas alcanzadas, proyectos emprendidos y unas cuantas frustraciones me han acompañado en el recorrer de la vida, abriéndose paso para ser sucedidos por lo que trae consigo el día a día. Y en una mirada retrospectiva, me asalta el pensamiento si en mi pasión interior por tener intimidad emocional con ese ser que pienso debe encontrarse en alguna parte del planeta, es ilusoria y banal, o auténtica y justificada...

Mi anhelo de gozar de intimidad va más allá de compartir un lecho y unir mi cuerpo al suyo bajo el perfecto orden bíblico. Es sentirme comprendida y comprender, es saber que alguien tiene la habilidad de razonar conmigo a mí mismo nivel intelectual mediante una conversación en la cual, se complemente con una idea suya, un comentario, una sugerencia, un estímulo…

Es la seguridad de saberme cuidada y aceptada con algo más allá de las palabras, con una acción de protección a su capacidad emocional y gestión…

Es la inclusión a nuestros mundos, es la unión del suyo y el mío, es la participación mutua de convicciones e intereses…

Es el respeto y aceptación de nuestras raíces sin egos ni jactancias por diversidad cultural, sino, reconocer como beneplácito de Dios el lugar que nos permitió nacer…

Es la unión espiritual donde la prioridad sea la adoración a Dios como un estilo de vida, misma que evolucione al conocer el peregrinaje espiritual del uno y del otro, con responsabilidad individual de crecer pero uniéndonos para alcanzar los objetivos…

Es un instinto por compañía y ayuda mutua en sueños y proyectos sin que se pida con palabras, sólo por empatía genuina del corazón… Esto, sólo es posible aguzando el oído para que la bulla no ahogue las palabras…

Es callar cuando se percibe que las palabras pueden lastimar y lacerar el amor anidado en el interior, y reaccionar con inteligencia cuando se dé una molestia momentánea…

Es un convenio de respeto mutuo, que nos permite disfrutar tiempo juntos, pero a la vez, respetar el deseo o necesidad de estar  a solas individualmente o con la familia…

Es no imponer nuestros “moldes”, es dejarme ser y dejarlo ser quién realmente soy y es…

“Es un corazón compasivo que me aplaude cuando triunfo y se duele conmigo cuando fracaso…”

“Es un apoyo tangible por medio de la comunicación con una frecuencia que me haga sentir que valgo, pero con la infrecuencia necesaria para que no me ahogue…”

Es la habilidad de confrontarnos cariñosamente, con contextos que nos encaminen y hagan responsable de nuestro crecimiento espiritual e integridad personal…

Es alguien que pueda esperar todo lo anterior de mí, sin hacerme sentir el peso de la obligación si no reúno sus condiciones…

Si mi pensamiento es ilusorio y banal, o auténtico y justificado, sólo el tiempo lo dirá, mientras tanto, apelando a mi sentir, estoy con el corazón en la tierra pero con mi convicción en la morada eterna de Dios… 

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