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Del corazón de una hija...



Por traerme a este mundo
 Y forjar en mí, tu carácter
Por ese profundo  amor
Que a mi vida prodigaste
Por sentarme en tu regazo,
Pronunciando sin hablarme
Escuchándote en silencio
Como huella imborrable
Por las noches que escuchabas
Mis lecciones disertarte
Bostezando en susurros
¡Ya es tarde… hay que acostarse!
 Por el ejemplo ampliado
Que en mi niñez me mostraste
Usando cualquier analogía
Con valor incalculable
Conocí en ti la prudencia
La integridad era tu aliada
Jamás prometiste sin cumplir
Jamás dejaste sin valor tu palabra
Por tu sombrero pequeño
Fiel compañero en todos tus años
Igual que tu gorro negro,
Que decías usar, por el sereno
Fuiste un hombre respetable
Gustabas compartir con la gente
Aún tus manos cohibidas en lo físico
Agilizabas tenazmente
Por tus historias largas
Que tus vivencias relataban
Obligando al viajero a detenerse
A escucharte atentamente
Fuiste un padre excelente
Con defectos y virtudes
Jamás vi en ti favoritismo
Hacia ninguno de tus hijos
Padres como tú,
No se encuentran fácilmente
Abundaste en los valores
Que busca la generación presente
Te disfruté en mi niñez
Mi adolescencia aclaraste
En mi adultez fuiste explícito
Con lo fuerte de tu carácter
Te escribí este poema
Aunque no te lo pueda leer
No es que tenga gran relevancia
Porque en vida te expresé mi querer
Cumpliste con lo encomendado
Un galardón recibirás
Dios mismo será premiándote
Por haber sido un gran papá
Por enseñarme con tu ejemplo
Que aún hay hombres que admirar
Por ser padres responsables
Que aunque ya no estén, no se pueden olvidar

Fuiste un regalo divino en mi vida
¡Gracias por tu legado!
Te amaré y recordaré por siempre

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