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Chascos...

En ocasiones la vida es un poco burlesca, cuando más esmero se pone en mostrar aquello que presumimos o aparentamos, ante quienes estamos conociendo, y que por nada del mundo queremos quedar mal, o peor aún, que descubran nuestra carencia sapiencial, justo allí… en el momento menos indicado, ¡Te descubre!, sin pena ni gloria, te exhibe, y sin pensarlo dos veces, expresas, ¡“Tierra, ábrete y trágame”!.. 

Aunque no literalmente, todos en nuestra transitoria existencia, somos nómadas en cierto aspecto, vamos de un evento a otro, de circunstancia en circunstancia, de etapa en etapa, y hay quienes, de país en país. En ese recorrer cometemos tantos chascos, que sí no aprendemos a reírnos de nosotros mismos, de nada valdrá ponernos colorados como tomate, siempre seremos causa de risa para otros.

Por ello, yo aprendí… oh sí, aprendí hace mucho a reírme de mí misma. Han sido tanto los risibles que he hecho, que descubrí que es mejor que rían conmigo, a que rían de mí…

Como cuando de adolescente, después de haber vivido un año en la capital, llegué a mi pueblo y encontré que mis amigas, se habían puesto una coronita de oro en sus dientes. No era posible que la que iba de la capital, no tuviese una. Miré en un cajón de mi padre, encontré un alambre diminuto de color plateado, corté un pedazo, y lo incrusté entre mi diente… feliz de traer algo de “oro” en mi boca…
Rato después, estando con mis amigas, la mamá de una de ellas, nos invita una de sus ricas melcochas que tan pegajosamente preparaba. Sin recordar el metro de alambre que traía en mi boca, muerdo la melcocha, y… que se enreda en el alambre. No podía zafarlo, la señora tuvo que ayudarme, y se descubrió que no era oro lo que traía, si no, alambre de un radio viejo… ¡Qué vergüenza! Desde ese entonces, detesto los dientes de oro y cualquier adorno con este metal, en la boca… (En mi persona, respeto quien los use)

Cómo cuando Germán, el joven codiciado por todas las chicas del pueblo, me eligió para bailar, y me pregunta que dónde estudio en la capital... Para impresionarlo, le digo: “Estudio en el instituto San Miguel, (el mejor en toda época)” Y Germán responde: “Qué raro, el San Miguel es solo de varones y yo tengo tres años de estudiar allí, y no te he visto…” Tierra, ábrete y trágame… Hoy, Germán es un buen amigo, se graduó en el Instituto San Miguel, y en la única ocasión que me vio en ese lugar, fue para su graduación.

Cómo el día de mi graduación en uno de los mejores hoteles de la capital, la directora del instituto me eligió para dar el discurso de agradecimiento y despedida, en nombre de mis compañeros. Uno de mis invitados era alguien muy especial para mí, sabía que no le era del todo indiferente, y por consiguiente, me atraía. Estaba tan nerviosa que me sudaban las manos, la garganta reseca y la manía de tocarme el cabello.
Más que por el discurso, era por él, saber que me iba ver y escuchar, alteraba mis nervios… llegó el momento, comienzo a leer el discurso, y para impresionarlo más, dejo de leer, y lo expongo de memoria, y queriéndolo hacer con elocuencia, en vez de decir: “Difiero a diario con aquellos políticos que utilizan la educación como medio de propaganda…” dije, “Defeco a diario…”, fue inevitable las burlas de mis compañeros… Mi invitado, meses después me propuso un noviazgo, no acepté, la vergüenza me asediaba…

O aquella ocasión, cuando por meses se había planificado un encuentro. Llegado el momento, la fragancia que usé, le dio alergia, el chico era alérgico a todo perfume… Pero en la segunda cita, queriendo evitarle la alergia, no le puse aromas a la ducha, ni utilicé jabón de olor, me bañe con jabón de lavar ropa y al saludarlo con un beso en la mejilla, dice: “Rosyfenix, traes algo en tu oído”… Era como una libra de jabón que se había almacenado en mi oreja. Definitivamente, esa relación no prosperó…

Ah, pero cómo olvidar el día en que mi cuñado me dice: “Laly (así me llama) eres tan inteligente que te he nombrado para que me leas el acta en la reunión con los diputados…” Tienes que ensayar antes para que no te enredes. Accedí gustosamente, sólo que al momento de la lectura, las 17 veces que iba escrita la palabra “diferencia”, la leí diciendo “difierencia”… Lo bueno es que la candidatura de mi cuñado, no dependía de la lectura del acta…

Tampoco olvido, la vez que fui a visitar a mis padres y tenían invitados. Mi madre me presentó ante ellos y dice: “ella es mi hija, vive en la capital…” Y el señor me dice, “mucho gusto mija, ¿Cuál es su gracia?”… y más pronto que inmediatamente, le digo: “Sé nadar, escalar volcanes, andar a caballo…” y mi madre, con todo su amor se acerca, pone su mano en mi hombro y le dice al señor: “Se llama Rosyfenix…es la antepenúltima de mis hijos”. Disimulé, dándole un gran abrazo y riendo a carcajadas…

Pero la que no olvido, y río aunque esté sola, es la vez que disertaba en la universidad sobre la cultura de Honduras, me hacieron una pregunta sobre los artículos pétreos, se me bloqueó la mente, no recordaba nada, y pensé… “Pétreo, ummm, petróleo”, y dije… de eso hay que preguntarle a Chávez… Todos rieron, yo junto a ellos, mientras en mi mente, trataba de recordar qué eran los artículos pétreos...

O aquella vez que quise impresionar a mi maestro de literatura con mi ensayo. Me había alagado públicamente, por la buena ortografía, había que corresponder. Pero al escribirlo, hice uso excesivo del gerundio, abundaron las cacofonías y no llevaba sintaxis. En mi auto confianza, estaba segura que iba a sacar excelente calificación, pero cuando el profesor lo revisó… ¡No había espacio para una corrección más en tinta color rojo, todo lo había corregido! Me caí de las nubes que andaba, mejor dicho, me bajaron…

Y qué decir de la vez que un amigo me pregunta: “¿Cuál sería el gentilicio de los que viven en la aldea el Tablón?” “Ummm, el gentilicio… ah, ya sé… ellos son amables, buenas personas, hospedadores…”. Oh, nuevamente, tierra ábrete y trágame… ¡No sabía qué era el gentilicio! Al día siguiente lo compartí con mis hijos y me dicen: “mami, eso nos lo enseñaron en 2do grado”… Tierra, expúlsame…

Y la vez que voy con mi amiga a cenar, nos encontramos con un amigo suyo, lo saludé pero me retiré cierta distancia para que hablaran tranquilamente. Transcurrió cómo una hora, seguían platicando, y ya se hacía tarde para regresar a casa. Me acerco y le digo en ingles para que no entendiera su amigo: "I have hungry friend". Y su amigo muy prudente me dice: "Sorry I did not realize the advance of time on me dinner"... Wow, qué Vergüenza!

Sí, han sido muchos los chascos que he hecho, unos por impresionar, otros por ignorancia, pero de cualquier manera, he aprendido a reírme de mí misma, porque sin abundar en cacofonías, descubrí que es mejor que rían conmigo, a que rían de mí…

No olvido las palabras de uno de mis maestros de latín, que decía:
“Nec Me pudet faten quod nesaán” “No me avergüenzo confesar no saber, aquello que ignoro”
Este es mi mecanismo de defensa para los futuros chascos que cometeré por ignorancia, porque desde mi adolescencia, decidí no pretender impresionar a alguien con lo que no soy...

Por cierto, las cacofonías y el gerundio en este escrito, no llevan intención de llamar la atención, es solo para recordar mi ensayo con setenta correcciones…

3 comentarios:

Erskine dijo...

Aunque tuve que descifrar los símbolos precolombinos que empleaste, me he reido en la manera que contaste estos incidentes; y los incidentes en sí, aunque, claro, incómodos en el momento de vivirlos, son jocosos.

Me hiciste reir Rosy. Un abrazo amplio por eso.

Y muy buena la lección que deja el escrito.

Dios te bendiga siempre.

Rosyfenix dijo...

Un 100 por tu risa Er, y sin elevar mucho el pensamiento, creo saber en cuál de mis chascos reíste más.

Te confieso que mientras escribía y recordaba esos momentos, dije "tierra, ábrete y trágame", sentí el calor de la verguenza en mi rostro, pero mi risa puede más...

Pregunta: ¿los símbolos precolombinos es por la fraseología utilizada o porque el escrito llegó en símbolos?

Abrazo ampliamente recibido Er...

Erskine dijo...

Creo que habían simbolos en aquel entonces. Volví a leer de el, y volví a reir....

Era como una libra de jabón que se había almacenado en mi oreja...

Esta Rosy...